miércoles, 3 de noviembre de 2010

UN ACERCAMIENTO AL FENG SHUI

Feng Shui: literalmente viento y agua. El primero dispersa el Qi o Chi (energía vital), el segundo la contiene. Ciencia-arte que los orientales practican, incorporado a su cultura, desde hace miles -si, miles- de años. Como tal, el Feng Shui resulta mucho más complejo que la simple traducción, aunque el entendimiento del “qué es” o “para qué sirve” se hace sencilla cuando pensamos en vivir armónicamente.

La holística es una corriente a la que cada vez más personas adhieren, y esa trascendencia en la suma de las partes nos resulta cotidiano cuando ya mente-cuerpo, sano o enfermo, lo entendemos como indisolubles en la comprensión de situaciones por las que atravesamos. Nada más apropiado que el Feng  Shui para mostrarnos cómo todo esta interrelacionado.

Pues, los chinos fueron, hace bastante tiempo, un poco más allá: incorporaron al espacio en el cual vivimos o trabajamos como un elemento más dentro de esa interdependencia. Quienes los habitan, necesariamente tienen que estar en armonía con los mismos.

Nuestra casa recibe energías: las del momento de su construcción, las de su historia, las del entorno y las de los que viven en ella. O, más bien, sus habitantes reciben las de ese espacio físico. No es magia, ni nada por el estilo. ¿O acaso, por ejemplo, no está demostrado y mensurado (puede medirse mediante aparatología) que determinados niveles de emisión de antenas o tendidos eléctricos emiten ondas que pueden perjudicar nuestra salud? ¿O que colores o sonidos actúan como disparadores para relajarnos o ponernos de los pelos? Si alguno trabaja o estudia dando la espalda a una puerta de ingreso ya conoce la sensación de inquietud –y hasta de amenaza- que causa la simple ubicación de un escritorio. Si andás todo el día a mil, ni se te ocurra pintar tus lugares de descanso con colores fuego (las gamas de rojos, naranjas…), o que contengan una buena cantidad de elementos en estas tonalidades: olvidate de relajarte. ¿Estás sola/o y te vendría bien compañía? Nada de fotos de parejas anteriores, nada de imágenes de personas únicas, nada de elementos que no sean de a pares en tu sector del matrimonio (ya veremos de qué se trata esta división). Cómo dormirás: según la cabecera de tu cama se ubique en una dirección que te sea favorable… o no. Apenas unos “desarreglos” de nuestro entorno que podemos palpar a diario.

El Feng Shui, mediante estudios que a veces pueden resultar complicados para quien no maneja sus herramientas, te brinda la posibilidad de armonizar tu espacio, y con ello tu salud, tus relaciones, tus logros. Permite que las energías desfavorables que desde el medio ambiente te afectan transmuten en positivas, generando prosperidad, bienestar físico y espiritual y una buena economía.

Habrás leído en publicaciones los famosos “tips” (un listado parecido al que menciono anteriormente): por ejemplo, cómo evitar el Sha Chi (la mala energía) que produce abrir la puerta de tu casa y toparte, de frente, con la escalera. O cómo las fuentes de agua pueden producir relax o prosperidad. Pero tendrías que saber que colocada -la fuente- en determinados lugares puedes no conseguir lo deseado, y hasta provocar efectos poco esperados. En fin, no tomes al pie de la letra los consejos sin conocer qué energías están presentes en tu casa (y en vos), lo mejor que te puede pasar, es que no sirvan para nada. Tampoco vayas a un todo por dos pesos y te llenes de moneditas, sapos de tres patas, pakuás o calabazas.  Tomate el tiempo para leer, preguntar, y en todo caso, hacer una consulta: te aseguro que con algo de esfuerzo vas a lograr mejorar tu calidad de vida, con tranquilidad, paz y prosperidad.

Ah, y para los que tienen “onda” con la astrología china, se viene el Año de la Liebre de Metal…  también incursionaremos en lo que el 2011 nos deparará.

¡Buena Fortuna!

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