El Yin y el Yang son las fuerzas elementales del Universo. Fuerzas opuestas, pero a su vez complementarias que en equilibrio posibilitan la vida. Su símbolo, el Tai Ch’i, muy conocido y hasta utilizado por su belleza estética en decoraciones y vestimenta, habla de la Naturaleza y de sus ciclos. Todo es posible gracias a los opuestos: día y noche, sueño y vigilia, frío y calor, masculino y femenino… alternancias que manifiestan el Yin y el Yang.
¿Cuál es el significado de esas fuerzas? El blanco del símbolo, el Yang, está relacionado con la actividad, la luz, la extroversión y ruido, lo que acomete, lo cálido. El negro, el Yin: introversión, noche, receptividad, lo fresco, lo oscuro y oculto. Los puntos en cada parte, el símbolo de que todo proceso de creación tiene ambos opuestos, no existe uno sin el otro. Todo Yang tiene algo de Yin, y viceversa.
De todas maneras, es importante recordar que dentro de ese equilibrio entre inversos, existe cierta relatividad. Podríamos decir que una piedra es Yin, un ser vivo Yang, pero en una comparación entre un vegetal y un pájaro, por ejemplo, el primero adquiere características Yin frente al Yang del segundo. Simplemente un comentario para que tengamos en cuenta que nada es estático, todo cambia, y si bien el Tai Ch’i –como representación- es uno solo, cada coyuntura merece una atención particular.
Equilibrio: si lo pretendemos, entonces nos será útil reconocer en nuestra cotidianeidad qué fuerzas son Yin y Yang: un exceso del primero, implica tristeza, soledad, insuficiencia, falta. Por el contrario, los excesos Yang nos someten al excesivo gasto de fuerza, stress, agresividad, vale, “lo que sobra” o excede.
¿SOMOS YIN, YANG, O ESTAMOS EN EQUILIBRIO?
Nuestro cuerpo, nuestra vida diaria, también puede evaluarse según el Tai Ch’i, y así podremos saber “qué nos falta y qué nos sobra”, y buscar cómo compensar los desequilibrios. Pero cuidado, ya dijimos que el uno no existe sin el otro, por lo cual es un error pensar que todo lo Yin es negativo, por el contrario, ambos opuestos tienen cualidades positivas y otras claro, negativas.
La energía es Yang, una fortaleza. Que cuando se excede y se trasforma en una adicción al trabajo, pasa a ser un problema. Las fortalezas Yang refieren a la salud, alegría, prosperidad, buenas relaciones, empuje, decisión, aunque en desequilibrio se llega a problemas de salud como la obesidad, la ansiedad o stress, hipertensión.
Por el lado Yin, sus fortalezas se relacionan con la paz, tranquilidad, sabiduría, introspección, relajación, siendo sus problemas de desequilibrio la soledad, la escasez de dinero, el aislamiento, la depresión, el desgano.
En nuestro espacio, encontramos Yang en el ruido, la música, los colores claros y cálidos, los muebles con líneas rectas, la luz intensa, lo “duro” (pisos o asientos). Yin, en el silencio, los colores oscuros o fríos, muebles con curvas, poca iluminación, asientos y revestimientos blandos (alfombras, almohadones).
El Feng Shui los equilibra para que el Ch’i fluya naturalmente, no se estanque. Pero tenemos que ver nuestra casa como un todo: el dormitorio y el baño tienen que ser predominantemente Yin, para lograr un descanso adecuado, la tranquilidad apropiada. Los hall de entrada o la cocina serán Yang, lugares de mucha actividad, otros tenderán al equilibrio Yin-Yang como un living, por ejemplo (una reunión de amigos, buena música, conversación, pero ¡sin descontrol!).
Y funciona, sin dudas. Me contaba un amigo que tenía un pub sobre un truco que ponía en práctica para que los clientes consumieran: con música a todo volumen y rockanrollera (pesada mejor), la concurrencia empezaba a tomarse hasta el agua de los floreros. Cuando veía que el etílico comenzaba a causar algún que otro grito, cambiaba por algo más pop y relajado. ¿Alguna vez fuiste a un encuentro con amigos en un lugar súper minimalista, puro blanco y metal? Entre eso y un velorio, no hay mucha diferencia. Dirán ustedes que la arquitectura japonesa es minimalista: cierto, pero presten atención a los tatami, maderas, materiales, decorado, conforman un equilibrio perfecto.
Miren por un momento sus casas, recorran los ambientes, y tomen nota. Observen formas, colores, texturas, mobiliario, y cómo se sienten en los mismos y en sus vidas en general. Si duermen bien, si comen poco o mucho, si hay peleas familiares. Tener este panorama es esencial si quieren comenzar a pensar una casa donde el Feng Shui sea la fuerza que nos permita el equilibrio.
¡Buena Fortuna!
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